martes, 10 de julio de 2007


"Suicida"









Niño de los pies descalzos,
desde que tienes memoria ves a los mismos soldados,
escuchas el mismo llanto,
olvidando que tú también lloras.

No sabes lo que es dormir tranquilo;
las garras del odio golpean tu ventana apenas cierras los ojos,
te recuerdan que no tienes derecho a soñar,
mientras que los zumbidos de las balas te cuentan al oído,
cuántos de tu pueblo mañana no amanecerán.


Cuándo despiertas en la madrugada,
para ir al improvisado colegio,
miras bien a tus padres, para recordarlos
como se recuerda una pintura en caso de no volver a verlos.

Los juegos que aprendiste,te los enseñaron el polvo y el viento;
tus compañeritos de miseria, otros niños,
que cargan con tus mismos miedos se van lentamente,
cuando las piedras, los soldados responden con fuego.

Mientras tú te quedas preguntándote cuándo será tu turno ,
para poder volver a jugar con ellos,
pero lejos de la puntería exacta del soldado,
lejos del infierno.

Si tienes suerte,
alcanzarás el tamaño de un hombre,
aunque tu espíritu para ese entonces será el de un anciano.

Y verás la misma miseria,
a los mismos ladrones de tu tierra,
a los mismos desalmados,
riéndose de tu llanto,
a los mismos hipócritas que dicen "Paz",
ocultando su deseo de guerra,
y verás a los mismos estúpidos ,
creyéndoles a los mismos hipócritas;
y a los mismos desalmados.

Y al ver todo esto,
y tener que recordar todo lo que amaste como una pintura estática,
al olvidar el olor del cabello de tu madre,
las risas de tus hermanos,
las palabras de tu padre;
el entender que no tienes nada,
que la masacre de tu Pueblo no tiene para el resto importancia,

que seguirán naciendo niños sin sueños,
sin zapatos,
sin casa:
pondrás en tu pecho dinamita,
volarás tu carne en mil pedazos,
como gotitas de agua
y dejarás un reguero de sangre,
mientras el mundo dormido,
bajo el signo dólar,
odiará tu nombre,
dirá que eres otro Palestino terrorista,
suicida,
sun ser sin sentimientos.

Y la gente no entenderá que los asesinos,
los terroristas;
son los que se dedicaron a matar todos los días la esperanza de tu alma.

Nur Saleh Abu Janyar.

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