sábado, 3 de noviembre de 2007

Miré por la ventana y ella aún estaba ahí...


Miré por la ventana y ella aún estaba ahí... sentada en la vereda, abrazada a su propio cuerpo, como si fuera el invierno más crudo que jamás haya vivido.


Tenía la mirada pérdida y estaba inmóvil. No sé que pensaba, pero claramente buscaba algo.

Los que la conocían, decían que quería volver a ver a su padre, que desde que salió de su casa y fue a la guerra nunca más volvió. Al parecer se sentía culpable y esas tareas bien evaluadas en el colegio, no eran suficientes para remediar el que su padre volviera y estuviera nuevamente a su lado.

Las horas en esa calle parecían no avanzar, como si el invierno fuese la única estación del año que llegara.

Cada tarde al llegar del trabajo y al prender la tele, nada llamaba tanto mi atención como lo hacía esa mirada perdida en aquella vereda.

Yo salí de mi casa, hablaba con mis amigos e incluso pensé que había crecido, pero me di cuenta que ella siempre estuvo sentada en esa
vereda inmóvil y abrazada a su propio cuerpo y sin embargo había
vivido más que yo, sin ni siquiera pensarlo.